La muerte de Mario Vargas Llosa enluta al mundo y deja un vacío profundo en la cultura universal. Sin embargo, Piura, tierra donde el Nobel de Literatura vivió una parte fundamental de su infancia, lo despide con gratitud y orgullo por haber sido parte del origen de su genio literario.
El último reencuentro del autor con esta ciudad ocurrió en marzo de 2012, cuando regresó para recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Piura, en reconocimiento a su fecunda labor literaria y su defensa inquebrantable de la libertad de expresión. Fue una visita cargada de simbolismo, afecto y memoria.
Durante su estadía, el escritor recorrió los espacios que marcaron su juventud: la Biblioteca Municipal Ignacio Escudero, la Plaza de Armas, y sobre todo, el antiguo colegio San Miguel, donde estudió el quinto de secundaria. Aquel inmueble histórico, ubicado junto a la plazuela Merino, fue testigo de su paso adolescente. En 2012, las autoridades prometieron restaurarlo, pero a la fecha, luego de tres gestiones regionales, el edificio sigue en ruinas. Parte de su fachada incluso colapsó recientemente, víctima del abandono y de las lluvias.
En aquel viaje, Mario Vargas Llosa visitó también el Colegio Salesiano Don Bosco, donde cursó la primaria, y donde compartió anécdotas entrañables de sus primeros años. Lo acompañaron su esposa Patricia Llosa y su primo, el cineasta Luis Llosa, en lo que fue una emotiva celebración por su cumpleaños número 76.
Las portadas de los periódicos de todo el mundo rinden homenaje a Mario Vargas Llosa. pic.twitter.com/ogm9mehtdb
— Cátedra Vargas Llosa (@CVargasLlosa) April 16, 2025
“La primera patria de mis sueños”
Piura, que inspiró parte de su obra y lo marcó para siempre, lo recibió con distinciones especiales. La Municipalidad Provincial de Piura le entregó el reconocimiento “José Estrada Morales”, en honor a uno de sus maestros piuranos más recordados.
Vargas Llosa no ocultó su emoción y dejó una frase que hoy cobra un valor trascendental: “Piura fue la primera patria de mis sueños y de mis libros. Es aquí donde aprendí a amar las historias.”
Con su partida, se cierra un capítulo glorioso para la literatura peruana. Vargas Llosa no solo convirtió a Piura en escenario de ficción —como en La Casa Verde o Los cachorros—, sino que la hizo universal. Su mirada encontró retazos de su infancia piurana en las obras de autores franceses, reafirmando que, como decía Wilde, la vida imita al arte.
A trece años de aquella última visita, su legado permanece. Y aunque su colegio sigue a la espera de la restauración prometida, la ciudad lo recordará siempre como el hijo ilustre que llevó a Piura al mundo a través de la literatura.