Juan Carlos Rivva, el párroco que despotricó contra el papa Francisco por defender al Sodalicio

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Párroco Juan Carlos Rivva. (Fotocomposición: Noticias 360)

El sacerdote Juan Carlos Rivva Lamas, párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Reconciliación en La Molina, indignó a la opinión pública luego de que utilizara su homilía dominical para defender al Sodalicio de Vida Cristiana y despotricar contra la memoria del papa Francisco por disolver a esa secta ultraconservadora y cuna de abusos sexuales.

Insinuando que la disolución del Sodalicio fue producto de una motivación personal del papa Francisco y no consecuencia de años de investigaciones, testimonios y denuncias públicas de víctimas que sufrieron vejaciones, manipulación y violencia bajo el mando de Luis Fernando Figari y su cúpula, el sacerdote Juan Carlos Rivva dijo:

“Era inevitable pensar que si el papa hubiera fallecido una semana antes, el Sodalicio probablemente no habría sido aún disuelto”.

En su discurso, Juan Carlos Rivva también dijo que “el papa Francisco hizo lo que pudo a partir de la formación y las convicciones que tenía” y pidió a Dios “que tenga misericordia de su alma, porque él, como todos nosotros, va a tener que rendir cuentas de sus acciones y de sus decisiones ante el Señor”.

En la misma ceremonia, instó a los fieles a orar por la Iglesia y a evitar “la papolatría”, destacando que la institución eclesiástica cuenta con instancias de gobierno y que el futuro dependerá del rumbo que marque el próximo pontífice.

Juan Carlos Rivva: Antecedentes de abuso

Según un testimonio publicado por el portal Religión Digital, Juan Carlos Rivva ha sido acusado públicamente de presuntos abusos psicológicos cuando formó parte del Movimiento de Vida Cristiana (MVC), una de las ramas del Sodalicio. Allí, según la denuncia, el sacerdote utilizó su posición de poder para ejercer manipulación y abuso psicológico.

El denunciante contó que se unió al MVC en 1993, cuando tenía 16 años, y cursaba el décimo grado en el Colegio de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), donde Juan Carlos Rivva encabezaba la pastoral. Relató que el hoy párroco buscó debilitar la figura paterna en su vida, una estrategia que, según él, era común en el apostolado sodálite. Este proceso se intensificó debido a un temor personal relacionado con antecedentes psiquiátricos en su familia, lo que lo hacía especialmente vulnerable a las dinámicas de control.

Según dijo, por orden de Rivva, una integrante de la Asociación de María Inmaculada (AMI), que no era psicóloga, sino trabajadora social, le aplicó pruebas psicológicas sin el conocimiento o consentimiento de sus padres. Posteriormente, en una visita a Medellín a finales de 1994, la psicóloga Cecilia Collazos, entonces superiora de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación, lo entrevistó brevemente y, basándose en las pruebas realizadas por la trabajadora social, concluyó que la víctima era «bipolar».

Este diagnóstico, según el testimonio, fue utilizado por Rivva para orientar el consejo espiritual hacia una supuesta necesidad de mantener un “estado de conversión” como única vía para evitar consecuencias psiquiátricas graves, aprovechándose de su temor e historial familiar. De lo contrario, le advirtió que su condición lo llevaría a terminar en un hospital psiquiátrico.

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